Ismael Rivera, el albañil que ayudó a construir el imperio de la salsa

Andy Montañez, uno de los impulsores de la salsa tradicional, no olvida a uno de sus bujías inspiradoras: Ismael Rivera, el «Salsero Mayor» que en su juventud llegó  a trabajar como albañil y que con el tiempo se convirtió en un referente salsero con pegada de temas como «El Nazanero» y «Caras lindas».

«La gente no se olvida de Ismael, sino de la fecha (de nacimiento), y creo que debemos hacer una fecha adicional a su vida, igual que se recuerda a Carlos Gardel y Elvis Presley, porque Ismael hizo una gran representación de nosotros en el mundo entero», ha dicho su hermana Ivelisse Rivera.

Ismael «es nuestro cantante más importante del género de la salsa. No hay un sonero en el mundo que se llame sonero si no ha seguido a Ismael Rivera», abundó.

Asimismo, el profesor, musicólogo puertorriqueño y amigo íntimo de Rivera, Lester Iván Nurse Allende, destacó al fallecido músico por haber sido la bandera musical puertorriqueña en todo el mundo, así como lo hizo Rafael Cortijo y el trovador Florencio Morales Ramos, mejor conocido como «Ramito».

Rivera (1931-1987), considerado como el máximo exponente del género de la salsa, dejó en su legado algunas de sus canciones más famosas como «El Nazareno», «Las caras lindas», «La Perla» y «Dime por qué».

Bautizado como el «Sonero Mayor» por el intérprete cubano Benny Moré (1919-1963), Rivera soñó desde niño con la idea de ser cantante, aunque sus primeros oficios fueron de limpiabotas y luego de albañil.

Ya desde su niñez soñaba con ser cantante, pues le decía a su madre, Margarita, que sería grande en ese arte.

Sin embargo, para lograrlo antes tuvo que enfrentar la vida dura. En un momento llenaba de madera sacos de cemento y los vendía para ayudar a su madre.

Trabajó de albañil y pensó también en incursionar en el boxeo, porque era rudo en su adolescencia, pero su madre le impidió incursionar en ese deporte.

Ismael tenía un oído muy especial para tocar con latas de pintura, hacía sus propias maracas con botes de leche y tocaba el güícharo con un tenedor.

A los 17 años, Rivera se unió al Conjunto Monterrey como bongosero, y en 1954 se estrenó como cantante en la Orquesta Panamericana del fenecido director puertorriqueño Lito Peña (1921-2002).

Después de prestar el servicio militar, del que fue licenciado por no hablar inglés, se unió al Combo de Rafael Cortijo (1928-1982) donde grabó canciones como «El bombón de Elena», «El negro bembón», «Con la punta del pie», «Saoco y «Tambores africanos».

En 1962, al regresar a Puerto Rico después de una gira por Panamá, fue ingresado a una prisión en Kentucky (EE.UU.) por posesión de drogas, donde cumplió cuatro años.

A su salida de prisión, en 1966, se reintegró a la agrupación de Cortijo y grabó los discos «Bienvenido» y «Con todos los hierros».

Luego fundó la agrupación Los Cachimbos, con la cual grabó doce discos y siguió cosechando éxitos internacionales.

El intérprete de otros éxitos como «Perico», «Besitos de coco» y «Mi negrita me espera» murió de un infarto en su hogar el 13 de mayo de 1987.

 

 

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