Vive Maelo en mural sonoro

La música y legado del cantante Ismael Rivera sigue firme en la mente de su pueblo. El grito de ‘ecuajey’ y ‘sacude’ está presente en sus seguidores de siempre. Una fructífera carrera junto a Rafael Cortijo y su Combo; y la explosiva y sensación carrera como solista, le aseguró un sitial privilegiado en el pentagrama musical.

Está prohibido olvidar en Santurce, específicamente en la Calle Calma –hoy, Calle Ismael Rivera- esas canciones inmortalizadas por el hijo de doña Margot (Margarita Rivera García). Una voz vibrante que se escuchó con fuerza desde la década de 1950 hasta finales de la década de 1980.

A 36 años de su partida física, todavía su comunidad lo aplaude. Recientemente, un grupo de estudiantes, colaboradores y vecinos, emprendieron la misión de preparar un mural en honor a Maelo. Un esfuerzo que demostró la importancia del trabajo en equipo; y el interés por rescatar los valiosos espacios comunitarios.

La Fundación Nacional para la Cultura Popular dialogó con Omayra Rivera Crespo, profesora de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico, sobre el mural sonoro de Ismael Rivera plasmado en la Calle donde vivió, y que hoy, lleva su nombre en Santurce.

“Conozco a Ivelisse Rivera (hermana y presidenta de la Fundación Ismael Rivera) que junto a doña Margot tuvieron la iniciativa de realizar la Casa Museo Ismael Rivera. Ya estaban los terrenos, que es donde se hacían las Fiestas de Cruz y otras actividades. Desde el huracán María, se cayó una verja del terreno; y me había contactado buscando alternativas, porque al caerse la verja, utilizaban el área para colocar autos y tirar basura”, explicó la educadora y arquitecta.

“La idea era recuperar el espacio y utilizarlo para lo que se creó, restablecer el espacio comunitario. Estuve pensando como trabajar en ese espacio, y este año, como profesora universitaria solicité la beca AARP Community Challenge. Me dieron la beca y con la misma, se podría trabajar no solo el murar, sino con otra serie de asuntos como preparar bancos, jardineras, tarima y un espacio donde se pudiera hacer todas celebraciones”, dijo pausadamente.

Un dato siempre presente en el proyecto fue la posibilidad de que uno de los componentes importantes fuera la existencia de un mural sonoro. Tras finalmente recibir la beca -la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico- la profesora planificó un taller de verano, donde los estudiantes trabajaron con diseño participativo y construcción en corto tiempo.

“No había comentado que, a principios de años, tuvimos unos estudiantes que vinieron de voluntarios desde Boston, Massachusetts… habían hecho un acercamiento comunitario para entender mejor, cuáles eran las necesidades de la comunidad y todo ese tipo de datos. Así que se basaron en la información recopilada e hicieron una especie de diseño participativo con los adultos mayores -a misma petición de los adultos mayores – y a lo que le habían realizado los estudiantes de Massachusetts, decidimos incluir también a los niños de la comunidad. Precisamente, junto a los niños y adultos mayores de la comunidad realizamos una actividad y dinámica, donde cada uno expresó lo que deseaban ver en ese espacio. Y posteriormente, con todas esas ideas plasmadas por cada uno de ellos, diseñamos el espacio”, destacó la profesora Rivera Crespo.

Así, fue como en un colectivo comenzó la misión. Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico –se fueron sumando más estudiantes voluntarios- junto a manos de la comunidad, recuperaron el espacio.
Se dividieron en grupos. Los que diseñaban los bancos, los que trabajaron el batey; y el equipo del mural sonoro. Mientras se trabajaba el dibujo, otros diseñaron como se construiría la pared, que finalmente se levantó con tubos de metal galvanizados y paneles de concreto.

Entre los vecinos siempre existió un consenso de que se realizara un mural de Maelo. Diseñaron la estructura… Cómo iba a segmentarse alude a lo que es el ritmo, la clave, por eso los paneles no están puesto uno al lado de otro, sino segmentados con unas tablas entre medio. Los colores son llamativos. Con la característica de lo festivo y la figura de Maelo. Los elementos sonoros se lograron con unos tubos -como si fuera una marimba- con el fin de producir sonidos”, detalló la educadora.

Fundación Nacional para la Cultura Popular

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