Ayer a las 6:30 p.m. en New York, a los 67 años de edad, se «mudó al otro barrio» el amigo, colega y miembro del original «Seis del Solar»
Rafael «Ralphie» Irizarry, oriundo de Ponce, P.R.
Mucho podría decir y escribir de Ralphie. Ayer en la noche, hablando con Marc Quinones, comencé sereno y terminé llorando.
Conocí a Ralph primero en 1978, cuando trataba de fundar una asociación que titulé, «L.I.M.A.», para organizar a los músicos de «Salsa» en Manhattan y ayudarlos a enfrentar su terrible condición laboral y ausencia de seguro médico. Estaba en la fila para hacer copias mimeografiadas para una convocatoria y Ralph estaba allí porque necesitaba usar la máquina también. «Voy a la reunión», me dijo y efectivamente, así lo hizo.
Él estaba por esos días comenzando su carrera y yo estaba en el apogeo de mi asociación con Willie Colon. Intercambiamos unas palabras y después salimos cada cual a cumplir con sus cosas.
Nos vimos otra vez, cinco años más tarde, en mi apartamento en la West 81 y Columbus, la tarde en la que nació el «Seis del Solar», traído a la reunión por Oscar Hernández. El y Ralph formaban parte entonces de la banda de Ray Barreto y los dos la dejaron para ingresar al primer grupo que dirigí en mi vida.
Ralphie me hizo reír muchas veces, con su humor seco y su penetrante capacidad de observación y sátira, diciendo cosas humorísticas con la mayor seriedad pero siempre acertando en su comentario. También en ocasiones me molestó verlo desplegar la parte difícil de su carácter y estoy seguro que igual pensó él de mí, cuando se aparecía el no tan ecuánime lado mío: total, ningún ser humano es perfecto.
«Seis del Solar» sobrevivió por el respeto que compartíamos como músicos y nuestra amistad y afecto personal creció en la medida en que aprendíamos a reconocer nuestras fortalezas y debilidades personales. Por eso nuestra amistad continuo a pesar de la desaparicion de la banda.
El profundo conocimiento de la percusión de Ralph ayudo a la calidad de nuestros trabajos y su continuo deseo de aprender y mejorar lo mantuvo siempre entre los primeros en su profesión.
Conocedor de como imprimir dinámica a sus solos y de la necesidad de matizarlos, sus espacios entre golpes deben ser un ejemplo para los timbaleros, los que empiezan y los que se consideran profesionales.
La lección percusiva de Irizarry es clara: no todo es pirotecnia, no hay que llenar siempre los silencios, estos también son importantes, pues «dicen», y permiten que la conversación del timbal fluya. Ralphie matizaba y conversaba, a veces en voz alta, a veces en susurros, con un sentido de la síncopa, del tiempo y del ritmo siempre fluído, nunca repetido, conocimientos que expandió por su asociación con el gigante de la percusión cubana, «Changuito», a quien conocimos cuando alternamos con «Los Van Van», en una de nuestras primeras giras a España.
El apetito de Ralphie era legendario. Comía más que todos nosotros juntos y mi mamá, Anoland, sabía cuales eran los platos favoritos de Ralphie porque él le dijo. Cuando la banda iba a Panamá, comíamos en mi casa y mi mamá le cocinaba especialmente a Ralph sus cosas.
Ralph fundó y dirigió lo que yo considero uno de los tres mejores grupos de «latin jazz» que he escuchado en mi vida » Timbalaye «.
Aunque superior en todo sentido a otros grupos que existían por entonces, «Timbalaye» no recibió la atención que su calidad merecía. Escuchen su primer álbum, con temas como ¨Piesotes¨, y disfruten lo que un talento como el de un súper dotado como Ralph Irizarry puede concebir.
La música perdió a un tremendo baluarte cuando Ralphie, por motivos de salud, se vio obligado a dejar su adorado timbal y abandonar su profesión, pero afortunadamente su excelencia ya había sido impresa en múltiples grabaciones, y reconocida por músicos de todo el mundo y de todos los géneros. Como prueba de su extraordinario talento, nos deja los álbumes en que participó como acompañante y los que produjo como director y solista. Ahora descansa, aunque como le dije a Robbie Ameen, no me sorprendería que estuviese ahora mismo discutiendo con San Pedro el tamaño de la nube que le asignaron, o diciéndole a Carlos Pérez-Bidó que son muy cortos los palos para timbal que hacen allá arriba.
Buen viaje, Ralph. Gracias por todos tus aportes.Siempre vivirás en nuestras almas y memorias, querido hermano.
A su esposa Elizabeth, a sus hijos Ralphie Jr., Marlon, a su hija Marissa, y a todos sus amigos y seres queridos, nuestro pésame y abrazo.
Rubén Blades
6 de Septiembre, 2021