Desde hace más de un año el nombre de Jeremy Bosch es motivo de conversación en los círculos musicales de Nueva York.
Es hijo de Ponce, criado en Las Piedras, graduado de Berklee College of Music en 2013 con Composición en Jazz y se distingue por su extraordinario bagaje musical a pesar de su juventud. Es el nuevo chico en el bloque afrocaribeño niuyorquino y los que saben le ven la estrella que iluminó los primeros pasos de Rubén Blades en el arte musical.
Jeremy es cantante y flautista de la Spanish Harlem Orchestra. También ha colaborado con Pete Perignon, con quien grabó el corte social “Sería una pena”. Y como solista, incluso ha abordado el reguetón, el hip-hop y la música de discotecas en sencillos como “Nadie” y “Te daré”.
Mas, al presente, una de las propuestas que más le enorgullece es el tributo a Cheo Feliciano grabado en vivo en el Dizzy Club en Nueva York, lanzado con el título “Prefacio: “The Music Of Cheo Feliciano”, con invitados especiales como su mentor Oscar Hernández y los legendarios Johnny ‘Dandy’ Rodríguez y Nélson González.
Los astros se alinearon para su incursión con el tributo a Cheo. Primero su amistad con el contrabajista Carlos Henríquez, director musical de Wynton Marsalis y su Lincoln Center Jazz Orchestra. Segundo, su relación profesional con la gerencia del Dizzy Club. Y en tercer lugar, su caudal de talento unido a su contacto con el vibrafonista Felipe Fourniel, que escribió los arreglos para sexteto de parte de la secuencia del cd “Eba say ajá” de Rubén Blades y Cheo Feliciano.
“Al presentarse la oportunidad de debut solo pensé en hacer la música de Cheo porque llevaba varios años colaborando con en Felipe. Hicimos varios ensayos y nos subimos a la tarima, luego llamamos y se coordinó. Es como si ellos [Nelson, Dandy y Oscar] bendijeran el show. Es como unir un puente entre las personas que nos preceden y nosotros. Lo que somos hoy día se nos ha dado a través de la sabiduría de nuestros maestros”, dijo Jeremy a la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
El tributo a Cheo, celebrado el 14 de julio de 2019, es la confirmación de que Jeremy, a pesar de su diversidad de talentos, tiene definida su identidad musical: no en la salsa, sino en la herencia afrocaribeña.
“Para el público en general se puede decir que sí. Esa pregunta invita a pensar qué es la palabra salsa dentro de la perspectiva musical y el mercadeo. Pienso que las personas que admiro y he seguido por años no quisieran que se les cataloguen como salseros. Vemos la creatividad y la identidad en la música latina más allá de la salsa. Por ejemplo, Rubén Blades ha hecho álbumes de ‘world music’, muchísimas fusiones incluso de rock. Me identifico mucho como la música tropical y la salsa es materia prima dentro de mi DNA como músico y compositor, pero no me gustaría que se me catalogue como salsero, aunque al final del día es inevitable”.
La secuencia incluye composiciones de Tite Curet Alonso, como “Esto es el guaguancó”, “Si por mí llueve”, “Pa’ que afinquen”, “Los entierros” y otras que son parte de los arreglos de Felipe Fournier. Es meritorio porque varias generaciones han crecido al margen del conocimiento de la obra de Tite, en particular las canciones popularizadas por Cheo. Primero por litigios en la esfera federal y en años recientes porque la radio, salvo una u otra excepción, ya no lo toca.
“Con la asesoría de mi casa de representación en México, Ploper, y con lo que me dijeron otros amigos, en Spotify, Pandora, Apple Music y YouTube no hay problemas”.
Sobre la serie de grabaciones que ha titulado “Prefacio”, Jeremy Bosch comentó que este pasado verano lanzó el segundo volumen: “Prólogo hoy”, con la participación de Luis Enrique y Alain Pérez.
Es un EP de cinco canciones. Los arreglos y las composiciones son mías. Hay un cover “Love Holiday” de Earth, Winds & Fire, que le gusta mucho a mi mamá. Con ese se rompe un poco el esquema de la salsa, porque es afro colombiano. En este EP demuestro como veo el presente en la música tropical, así como la música de Cheo y Tite me demuestran como vemos la música del pasado”, explica Jeremy, cuyo tercer volumen, “Epílogo”, será de música afrocaribeña.
“Es salsa mezclada, producida y arreglada de una perspectiva más sintetizada y minimalista. Es como si Beyonce y otros compusieran salsa. Es una obra más filosófica musicalmente”, abunda Jeremy, cuyo ‘playlist’ personal es rico en diversidad de géneros.
Como cantante y flautista de Spanish Harlem Orchestra (SHO), cuya incursión acontece en 2015 en sustitución del veterano Ray de la Paz, Jeremy reconoce que es un privilegio que Oscar Hernández reconozca y confíe en su talento.
“Es un tremendo honor porque la primera vez que escuché a SHO era un chamaquito y yo estaba en el Día Nacional de la Salsa con mi familia. Ya habíamos visto a la mayoría de las orquestas en vivo. Y estábamos entusiasmados con la SHO. Le dije a mi papá que algún día me gustaría conocerlos. Diez años después estoy tocando en un restaurante y entran Oscar Hernández, Dandy Rodríguez, Giovanni Hidalgo y Nelson González y hablamos. Y al otro día vino Oscar y quiso conocer mi antecedente en la música. Hablamos de “Ricanstruction” (Ray Barretto). Me decía: ‘¿a qué no te sabes ese tema?’ Y yo se lo cantaba. Esa mañana ‘clickeamos’. Entendí que a este proyecto Oscar ha dedicado su vida y energía. Oscar es una persona muy meticulosa con una ética de trabajo tremenda. Es tremendo líder y ha sido tremendo aprendizaje para mí”.
Jeremy Bosch, de la nueva sangre en la música popular, también se distingue por su vena poética. Es un compositor muy respetado, como lo demostró en “Sería una pena”, con un soneo que alude implícitamente a las oportunidades que merecen –con el respeto de los mayores- los talentos emergentes que cultivan la música, en general.
Así como en la década del 90 las grandes leyendas del jazz le dieron la bienvenida a nuevos leones como David Sánchez, Joshua Redman, Roy Hargrove y James Carter, Jeremy Bosch piensa que semejantes intercambios de talentos se deben promover en la salsa.
“Ocurre en el jazz porque las personas tienen la visión de impartir lo que saben a las personas jóvenes que vienen subiendo. Cualquier empresario sabe que cuando se llega a los 60 es necesario invertir energía en las personas jóvenes. Si no lo hacen, los consume el estrés y el cansancio. La persona joven tampoco debe llenarse de arrogancia y decir: ‘este viejo no sabe nada’. Lo mejor es una reconciliación entre generaciones. Eso los hace más grandes”.
Mencionó como ejemplo a Eddie Palmieri, quien se rodea de músicos jóvenes. “Ahora mismo están mis amigos Camilo Molina, Luques Curtis tocando con él. Pienso que mi soneo va a un contexto más popular donde se idolatra a los que abrieron el camino y se estigmatiza a los que seguimos sus pasos. Muchos sentimos que nadamos en contra de la corriente. Desafortunadamente mi generación está bastante desfavorecida en apoyo. Se debe luchar mucho para brincar esa valla”, sostuvo Jeremy, de 30 años.
Uno de sus proyectos a mediano plazo, a pesar de la pandemia, es cantar en Puerto Rico. “Me encantaría ir para allá. La última vez fui de vacaciones. Pete me invitó a cantar una canción con él en el Marriott. Me gustaría cuando las condiciones sean las apropiadas bajar a Puerto Rico y presentarme”.
La música de Jeremy Bosch, disponible solo en formato digital, se puede escuchar y adquirir en las plataformas digitales Spotify, Apple Music, Deezer, YouTube, Tidla, Bandcamp y Amazon Music.
“Mi propósito como músico no es obtener una ganancia inmediata sino una inversión hacia el futuro. Es la manera de hacer crecer una marca. Los ojos simbolizan dólares. En Spotify For Artists me dicen quienes ahora mismo están escuchando mi música, sus edades, dónde residen y sus intereses. Hay muchas situaciones que nos desfavorecen, pero el músico joven tiene la opción de quejarse o de ponerse a trabajar”.
Fundación Nacional para la Cultura Popular