En la calle Loíza hay una casa que no encaja con el resto de la urbanización de Ocean Park. Es una pagoda, un estilo arquitectónico asiático en forma de cúpula y extremos puntiagudos, que tras su construcción, llamó la atención de locales y extranjeros, en una zona que tenía trayectoria turística. Ahí se paseaban las personas por la curiosa e inusual estructura en el Caribe o para toparse al celebrado cantautor y dueño de la casa, Tito Rodríguez.
Gente como doña Ana Maria , una fanática pasiva de Rodríguez, era de las primeras en pasar todos los domingos frente a la pagoda. Cuando falleció el músico en 1973, su hijo de 11 años le prometió: “Yo me voy a hacer cantante y te voy a comprar esa casa”.
El niño que ya cantaba, grabó profesionalmente en la adolescencia, llegó a lo que dice ser su escuela y ejército, la orquesta de Willie Rosario, le creció el bigote, se lanzó como solista y fue bautizado como El Caballero de la Salsa. Entonces, un día, regresó “de la manera más casual” a la pagoda.
“Yo mantengo una conexión de música y artículos relacionados al señor Rodríguez. Después de sus hijos, creo que soy uno de los que debe tener la colección más completa. Y me dio curiosidad y dije, ‘caramba, yo nunca he entrado a esa casa. Me gustaría entrar’. Toqué la puerta y el señor José Aponte muy amablemente me miró y me dijo ‘¿qué haces por ahí?’ Le hice el cuento, me invitó a pasar, me dio un pequeño ‘tour’ y le dije: si algún día usted quiere vender esta casa, por favor llámame. Ese mismo día me dijo ‘bueno, ¿tú me quieres comprar la casa? Dame una oferta. El asunto fue que nos tardamos muchos años en hacer el negocio y por fin lo hicimos”, contó Gilberto Santa Rosa.
El Caballero
Han pasado décadas desde que la pagoda es la oficina del intérprete. Cumplir la hazaña se sintió espectacular. La primera en entrar por la puerta de la casa fue su madre, una mujer que recuerda sencilla, clara de sus valores y creencias. Tenía la virtud de decir las cosas tal cual, y sin ofender a nadie. A ella le debe en parte, comportarse como caballero.
“Pienso que el respeto y la educación son algo que no se puede perder. Mi mamá decía que la educación no tenía que ver con ningún oficio, ni ninguna posición, ni ninguna clase social. La educación es una cosa que el ser humano tiene que cultivar y ella me inculcó eso. Yo pienso que por ahí viene la cosa. Tú sabes, yo trato de ser un caballero dentro y fuera de eso. No soy perfecto ni me las doy de eso, pero trato de serlo”, sostuvo.
En la parte artística, fue el locutor Robertito Sánchez quien comenzó a presentarlo como El Caballero de la Salsa. Era una época en la que, según narra, sus compañeros acostumbraron a cantar letras “eróticas” que hoy día serían “un paseo”. Él se mantuvo en una línea más romántica, que le parecía a Sánchez muy caballeroso. El nombre se fue regando “y así se quedó”.
“En realidad, y lo digo con la mayor humildad, era una extensión de mi personalidad, porque a todo el mundo lo trato con respeto. Siempre fue muy respetuosa mi manera de presentarme en el escenario, todas esas cosas. Entonces yo creo que eso fue lo que él captó y se sintió muy bien, se siente muy bien todavía cuando me llaman así, porque me da curiosidad que la gente en la calle me dice ‘el caballero’. A mí me gusta eso”, contó.
Pienso que el respeto y la educación son algo que no se pueden perder. Mi mamá decía que la educación no tenía que ver con ningún oficio, ni ninguna posición, ni ninguna clase social.
Gilberto Santa Rosa
Su personalidad igualmente ha cosechado frutos en el respeto y la credibilidad que le otorga el público consistentemente a lo largo de casi 50 años de carrera en la salsa, el bolero y la balada.
Tiene historias conmovedoras junto a sus seguidores, y otras “locas” también como el niño de New Jersey al que sus padres nombraron Gilbertosantarosa.
“Recibí una carta una vez. Una no, varias. Inclusive recibí después el documento de una pareja que decidió ponerle a su hijo Gilbertosantarosa Rodríguez Pérez. Me escribieron primero para pedirme permiso. Yo le dije señores, yo me siento muy honrado, pero me parece… digo ya el muchachito se debe haber cambiado el nombre hace rato. Después me escribieron, porque ellos tenían miedo que yo fuera a tomar alguna acción legal. Yo creo que quien los iba a demandar era el niño”, bromeó el multiganador del Grammy.