Llega a los cines la delirante ‘Rebelión’ emocional de Joe Arroyo

Tambores y trompetas resuenan en la cabeza de Álvaro José ArroyoEl gran Joe se sume en su mente creativa, camino a materializar alguno de sus grandes éxitos. Su entorno es sórdido y confuso. Cucarachas y llaves goteando, cuartos de hotel caóticos y a media luz contrastan con un Madison Square Garden repleto. ¿Qué pensaba Joe? ¿De dónde salían sus canciones? ¿Qué hacía mientras los acordes de sus clásicos fluían en su cabeza en su soledad?

El cineasta colombiano José Luis Rugeles intentó responder esos cuestionamientos planteando unas facetas poco conocidas en un filme biográfico nada convencional. Es un viaje delirante y complejo en el que el espectador acaba sufriendo y enalteciendo al ídolo. Basado en el libro del periodista Mauricio Silva y con las actuaciones de Jhon Narváez (Pájaros de verano, Frontera verde) y Angie Cepeda (La semilla del silencio, Pantaleón y las visitadoras), Rebelión se estrena el jueves 3 de noviembre.

“Lo primero que me gustaría que la gente piense es: ‘Qué grande es el Joe’. Después que llegaran a la segunda capa: ‘Qué fuerte fue su vida, qué sufrimiento’. Y al final: ‘Qué creativo era, cómo componía’. Es que me ha pasado que muchos, sobre todo en el exterior, salen a buscar el nombre de Joe Arroyo en Google a ver si era real”, apunta Rugeles, autor de las premiadas películas García y Alias María. Esto nos contó sobre el proceso creativo de Rebelión.

Creo que son varias sensaciones. Puedes entender un poco que la genialidad duele, que para hacer esa música luminosa, el Joe tuvo que pasar por momentos de oscuridad, como les pasa a los genios en las distintas artes. Ese era uno de nuestros planteamientos y la idea es que no fuera solamente un recuerdo triste. Por ejemplo esos planos documentales de su despedida en Barranquilla son impresionantes, un millón de personas despidiéndolo allá, pues a muy poca gente le ha pasado, para quienes no lo conocían es la sensación de que se había ido un grande.

Tal cual. Esto era una invitación para darse una vuelta por la conciencia y la cabeza de la forma como nosotros especulamos que pensaba el Joe. Ese poder escuchar la música en su mente, antes de convertirla en esas melodías brillantes es una especulación basada en lo que leímos e investigamos de él, que era un melómano impresionante; comprender cómo era esa manera de componer de ese genio. Es que además ser genio en un país como este debe ser muy complejo.

Sí. Él termina mudándose de ciudad por eso, la sociedad cartagenera no lo aceptó y por eso acabó en Barranquilla. Otros se tienen que ir del país porque son incomprendidos y rechazados, porque la gente lo que no entiende lo asocia con cosas que no son, se vuelven parias.

Me ha pasado algo interesante y es que los grandes fanáticos de Joe me han abrazado. ‘Gracias, esa era la película que necesitábamos del maestro’, me han dicho. Una de sus hijas me pidió que su papá no se viera como un bobo porque el Joe era un grande. Y lo que nosotros planteamos en la película es su genialidad, obviamente con una gran cantidad de problemas que acarreaba en su vida, que seguro no hubieran existido si no hubiera sido tan famoso. El Joe se sabía grande, genial.

Nuestra máxima era no caer en lo anecdótico, porque Joe tenía 700.000 anécdotas, pero eso no era lo que queríamos, sino entrar a ese lenguaje interior; y lo otro era contar esa parte de su vida cuando ya es famoso, como viven los rockstar, una especie de vida de hotel porque están de gira todo el tiempo. Así que decidimos contar la historia desde cuartos de hoteles, intentando darle algo personal a cada uno, aunque no hay algo más impersonal que un cuarto de hotel. Queríamos un toque para cada lugar, Londres, Barcelona, Miami, Barranquilla, Madrid, Bogotá, Cartagena. Mantener el hilo entre esos cuartos, esa intimidad, una dramaturgia que fuera creciendo, en diferentes momentos y estados, fue un gran reto. Eso sí, muy rico de asumir, porque de los comentarios que he recibido es alabando el estilo de contar de esta manera un biopic.

Pues es un relato más íntimo, basado en la vida más que en la figura pública, porque estamos acostumbrados a ver los biopics casi guiados por lo que decían las revistas y noticieros: triunfó en tal festival, entonces veíamos el momento, que se emborrachó en tal hotel y se peleó, entonces a recrear esa parte…pero esto es apostar por una película de lo que poco se sabe, de eso que hacemos en soledad, en casa solo en la noche, escribiendo, tomándome un whisky, nadie sabe qué va a pasar. Nuestra apuesta era, después de una gran investigación, empezar a especular sobre qué hacía Joe en esos momentos.

Mucho tiempo de escritura. Empecé con el argentino Martín Jáuregui, una gran intelectual, porque no quería que se sintiera ese amor que yo le siento a Joe, sino que tuviera una perspectiva narrativa de alguien lejano. Después concretamos el guion con Chucky García. Fueron cuatro años escribiendo. Y ya cuando teníamos todo listo para filmar –socios argentinos, dinero del FDC– fue la pandemia. En ese tiempo se cayeron dos socios, pero luego entraron los de Alacrán Films de EE.UU. que fueron claves porque no solo son estudio de cine, sino de audio. Rebelión les cazaba perfectamente. Allá grabamos la mayoría de las canciones.

Exacto. Yo tenía otra premisa y es que si la gente cerraba los ojos, debería seguir teniendo un viaje porque al entrar en la cabeza de Joe, eso debía sonar, y seguro era maravilloso. Así que invertimos mucho tiempo en guion y también en la grabación de la música y la posproducción del sonido.

Yo no soy un director de grandes castings, pero hice uno de 45 actores, ninguno encajó. Luego un amigo me envió a otros tres, uno de ellos era Jhon. Apenas lo vi, descansé, era nuestro actor. E hizo un ancla muy linda junto a Angie Cepeda. Lograron una química fantástica en pantalla. El gran reto de Jhon es que yo quería que Joe tuviera muchas caras –cuando estuvo gordo, muy delgado, con su afro, un señor formal– y muchos me preguntan si iban a ser varios actores, pero yo no quería que sus ojos cambiaran a lo largo de la vida, entonces hicimos un trabajo de maquillaje y prótesis y un trabajo corporal sutil y bello en la actuación Jhon. Así que él logra encarnar a varias personas. Es como nos sucede a todos, vamos mutando con los años pero en esencia siempre somos los mismos.

SOFÍA GÓMEZ G.

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