Los fines de semana nos poníamos de acuerdo”, dice Ismael Miranda, también de las estrellas de Fania. “Si tocábamos en Manhattan, él se quedaba en mi casa, y si era en El Bronx, yo me quedaba en la casa de él, que en esa época vivía en El Bronx. O si no, nos quedábamos en la casa de unas amigas en Saint Anns (una calle del Bronx)”.
Ismael, Héctor y Willie eran los más jóvenes del grupo. “Tocábamos mucho en el Tropicoro y en Hunts Palace”, dice Ismael sobre los clubes, que también estaban en El Bronx, que no es por nada que le llaman el condado de la salsa. “A veces tocábamos dos y tres veces por día”.
Eddie Rodríguez es productor de eventos. Está trabajando, junto a Ralph Mercado, en una gira de conciertos con la música de Lavoe, que empezará en Puerto Rico en septiembre y contará con algunos de los compañeros del ponceño: Yomo Toro, Cheo Feliciano, Willie Colón e Ismael Miranda, entre otros. Rodríguez dice que en aquella época no salía del Tropicoro. Fue el momento en que todo empezó.
Rodríguez es un boricua nacido y criado en Nueva York. Estudiaba en la escuela superior. “Eran los 60 y al principio nos parecía que Héctor no era ‘hip’, venía de Puerto Rico y era un jibarito que siempre hablaba en español, a nosotros quien nos atraía era Willie”, dice. “Después Héctor se convirtió en la representación de Puerto Rico mismo, porque era criado allá y tenía esa cosa que tiene la gente de la Isla”. Según el crítico y periodista Ed Morales, el movimiento salsero ejemplificaba lo que sucedía en la comunidad puertorriqueña en aquellos tiempos, representaba al Barrio y a El Bronx. Simultáneamente, se daba el movimiento de los poetas nuyorican en la parte baja de Manhattan y entre todos definían la cultura nuyorican.
Según Ismael Miranda, muchas veces terminaban en el Afterhour de Pozo, un punto de encuentro famoso entre los músicos de Nueva York, que quedaba en la avenida Madison entre la 102 y la 103, en Manhattan. “Caminábamos por ahí libremente, éramos famosos, pero éramos del bonche, no andábamos con guardaespaldas ni nada de eso”, dice Ismael. “Tratábamos de ser chéveres y no meternos en problemas”. Eran tiempos más modestos y además era la ciudad de Nueva York, donde hasta las estrellas de Hollywood pasean con cierta libertad.
“Jangueábamos mucho. A Héctor le gustaba mucho pegarle vellones a la gente… Cuando no estaba tocando, estaba en la casa, era un dormilón”, dice Ismael. A Héctor nunca le molestó el frío. Pacheco dice que hasta le gustaba. “Él hubiese querido venirse para Puerto Rico, tenía un terreno en Cidra, para mudarse”, dice Leslie. “Lo que lo tenía atado allá era el trabajo”.
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