“Cano, el mejor de la salsa”. Esta frase imperó este domingo durante el velatorio del sonero Carlos Enrique “El Cano” Estremera Colón, en la funeraria Puerto Rico Memorial en San Juan.
La viuda Yamira Arce la llevó grabada en la mascarilla que usaba, un fanático hizo lo propio en una camiseta, y otros seguidores, entre las decenas de personas que se dieron cita en la funeraria, la verbalizaron con plena certeza.
“Era el mejor sonero”, afirmó Julia Pérez Soler mientras hacía fila para rendirle tributo. “Teníamos la esperanza de que volviera a cantar; lamentablemente el Señor lo llamó a su destino. Ahora tenemos una estrella allá en el cielo”, agregó la fanática.
Para Gerardo Ferrau, de Dorado, lo mejor que deja como legado el salsero fue su tiempo en la orquesta de Bobby Valentín (1978-1984), y el clásico del catálogo salsero, “La boda de ella”
Wilberto Pérez y Maribel Ortiz, ambos de Carolina, también coincidieron en que fue “el mejor sonero que tenía Puerto Rico”.
El cuerpo de Cano Estremera se expuso al público a partir de las 2:00 pm de este domingo, luego que la familia tuvo un tiempo en privado para despedirse. La viuda y los tres hijos del salsero, Karla, Gilmarie y Eric Joel, estuvieron presentes en este único día de velatorio, para minimizar los riesgos de contagio del COVID-19.
El féretro permaneció abierto, entre varios arreglos florales de rosas rojas y lirios blancos. Se observó a un Cano Estremera elegante e imponente, y a la vez, se reflejó su lado tierno a través de un paño y unas sandalias de bebé de la nieta que está por nacer, y que él tanto esperaba ver.
“Él estaba loco con esa nieta”, comentó su esposa por casi 18 años. El Cano era abuelo de seis nietos, y esta sería la primera de su único hijo varón.
En la capilla, igualmente, se apreció una secuencia de imágenes del salsero, tanto personales como artísticas, más un arreglo en globos con lo que fue su nombre en las tarimas más bravas de la salsa, “El dueño del soneo”.
Diversas voces de la música se unieron durante la tarde en distintas guardias de honor, entre estas, Jerry Rivas y Anthony García, de El Gran Combo de Puerto Rico, Gilberto Santa Rosa y Víctor Manuelle.
La viuda se mostró tranquila. Habló con serenidad sobre su esposo y las múltiples crisis de salud de los últimos meses.
“Mi tranquilidad es que estuve con él cuando él me necesitaba”, dijo.
Lo describió como un compañero caballeroso, desprendido y entregado a su madre, quien murió el pasado julio, una de dos grandes pérdidas que tuvo el artista durante este año. La otra fue su hermana, a causa de fibrosis pulmonar, la misma condición que le afectó a él y por la que se tuvo que someter a un trasplante. Que su hermana no hubiera tenido la misma oportunidad de un trasplante, era algo de lo que se sentía culpable, sin embargo el cuadro de salud de ella era distinto, indicó la viuda.
“El que conoce a Cano de verdad, sus amistades, los músicos, saben de lo cariñoso y buenazo (que era), para él no había nada, él le resolvía a todo el mundo. Para el que es fanático, Cano es el controversial, es un irreverente, se pasa despotricando por ahí, insultando a sus compañeros de trabajo, eso es un actor; ‘Me trepo en tarima y soy el más bravo’, pero una vez se baja de tarima, es un niño. Cano era un niño, demasiado bueno”, destacó la pareja.
“Yo me enamoré de ese hombre cuando vi cómo él trataba a su mamá. Él trataba a su mamá como si fuera lo más grande que existiera en el mundo. Nadie era más importante para él que su mamá”, compartió Arce.
Mantener el legado musical de Cano Estremera, así como aportar al Hermansky-Pudlak Syndrome Network, para ayudar a otros albinos con la misma condición de la que enfermó su esposo, es la prioridad para Arce en la nueva etapa que comienza para ella.
“En Puerto Rico no hay muchos soneros, es más, me atrevería decir que no hay. Lo que hay son dos y queda uno. Los demás, sí hay alguno que otro que pueda hacerlo, pero escriben sus soneos, los memorizan y los dicen, pero persona que suelta todo de su cabeza, sin haber leído ni haber escrito, eso es un talento demasiado de grande, y eso solo dos personas en el mundo lo hacen: uno ya falleció y tenemos al otro todavía por ahí”, puntualizó sin revelar el nombre de ese otro sonero al que le reconoce el mismo ingenio de Cano Estremera.
El salsero murió el pasado jueves, a la edad de 62 años, por complicaciones de salud que su esposa relaciona con el Hermansky-Pudlak Syndrome, que comúnmente trastoca la salud de las personas con albinismo.
“Los albinos no pasan de 54 años, así que papito Dios me lo permitió llevar hasta los 62. Se supone que él ni sobreviviera al trasplante, era para que él se quedara en el trasplante, y el sobrevivió”, dijo la viuda.
Previo a la última recaída, la pasada semana debido un nivel bajo de hemoglobina causado por una hemorragia interna, Cano Estremera estuvo internado entre febrero y agosto, otras tres veces.
Rosalina Marrero-Rodríguez