Sergio Vargas cumple 65 años: «Ahora voy a detenerme a disfrutar cada minuto de los años que me quedan por vivir”

Este sábado 15 de marzo Sergio Vargas arriba a los 65 años de edad, y aunque es de los que prefieren no festejar con pastel y apagar velitas, ya que celebra cada amanecer, si tiene una reflexión después de un recorrido de una carrera artística exitosa, una prole de diez hijos, nueve hermanos, una nueva pareja con la que espera compartir sus últimos años, un sin número de familiares y una caterva de amigos. Al razonar lo primero en decir es: “¡Que lo logré!”

“En esta época en la que están de moda los quebrantos y morir joven, creo que haber logrado casi 40 años de carrera ininterrumpida y llegar a 65 años, de pie, en salud, autogestionable, en mi mejor condiciones para seguir produciendo, es mi gran logro. Mi compadre Dioni Fernández me dijo que él espera vivir 106 años, y yo le respondí que yo estaría ahí a su lado”.

Dioni fue uno de sus mentores en la música, con unos ocho años de diferencia en la edad.

Sergio también espera convertirse en un merenguero longevo, igual que Joseíto Mateo. Y aunque parezca broma, él no es de los que se toman la vida a chanza.

Tiene su corazón clavado en su pueblo Villa Altagracia, la virtud del agradecimiento y un gran corazón con el que ha sabido dar amor a sus semejantes, de una manera inconmensurable.

Los últimos fallecimientos de amigos artistas le han conmovido de tal manera que hasta ha llegado enfermar de tristeza.

El pasado domingo la muerte repentina, de su amigo y compañero Diomedes Núñez enlutó su corazón y le ha costado continuar con su trabajo, debido a la aflicción.

“La muerte de Diómedes me ha causado una angustia incontrolable. Yo le pude dar seguimiento desde el primer día que se le declaró la enfermedad, saber de su partida me angustió de una manera extraordinaria”, confesó en diálogo con periodistas .

Como tal niño, Sergio no se explica el por qué las personas de mayor edad tienen que enterrar a los más jóvenes.

“Si la lógica es que los jóvenes entierren a los más viejos. Veo eso como perverso, que los que han vivido más tengamos que ir a los velatorios de los que han vivido menos, porque cuando una persona de avanzada edad muere, uno lo ve como un proceso natural”.

Así reveló que celebró la vida de los merengueros Joseíto Mateo y Johnny Ventura cuando partieron, porque además de convertirse en leyenda de la cultura y la música dominicana, vivieron mucho más de la edad de parámetro de vida que tiene la Organización Mundial de la Salud.

Sin embargo, «cuando murió Cherito y cuando murió Raffy Matías, yo, prácticamente, me enfermé e hice una gran crisis”.

A pesar de eso, el artista no piensa en su muerte, mucho menos lo que rezará en su lápida o cómo espera que lo recuerden.

“Yo no he pensado en mi muerte, y ni voy a pensar. Yo llegué a los 60 años y ni cuenta me dí, este sábado cumplo 65 y ni me percaté de cómo llegué, por eso ahora voy a detenerme a disfrutar cada minuto de los años que me quedan por vivir”, expresó.

Durante los 65 años de vida, Sergio también ha experimentado varias experiencia en donde ha podido ver de cerca la muerte, y recordó que en 1988, estando en Venezuela, se vio envuelto un accidente, en el autobús, en donde viajaban sus músicos y en donde falleció el percusionista Ángel Miró Andújar, conocido como Catarey.

«Yo iba sentado en el asiento detrás de Catarey, y al momento del accidente vi cómo una sombra negra, con manos oscuras, quiso arrastrarme», aseguró al recordar la catástrofe.

A seguidas agregó: «Luego que me recuperé vi la película Ghost, la sombra del amor, con Demi Moore y Patick Swayze; y como en la película una sombra oscura se llevaba a las malas personas al infierno, te confieso que no pude terminar de ver la película porque me asusté y recordé lo que había vivido el día del accidente».

A pesar de la funesta experiencia, el merenguero dijo que para la fecha era muy joven y siguió la rumba, aunque aún lleva el dolor clavado en corazón de haber perdido al mejor percusionista del área del Caribe, su amigo Catarey.

SUEÑOS Y CELEBRACIONES

Por el momento, este sábado no contempla celebrar, pues estará en Filadelfia, Estados Unidos, tocando una fiesta, luego continúa una gira por Europa, junto a Olga Tañón.

Lo que sí espera celebrar son los 40 años de carrera que festeja el próximo 2026, con el lanzamiento de cuatro álbumes, en el que recopiló más de 60 canciones de toda su carrera.

El álbum se titula “El ayer es hoy”. Es un disco el cual se volvió a grabar y masterizar todos los temas, con la intención de que la música quede más actualizada para estos tiempos.

También espera volver al anfiteatro Altos de Chavón, acompañado de Silvestre Dangón, para presentar un show de merengues y vallenatos.

“De los sueños, voy logrando metas y poniéndome tareas inmediatas, en eso me la paso. Estoy tratando de disfrutar lo que tengo, y evitar desear lo que no tengo”, sostuvo.

En sus 65 años de vida, lo único que le gustaría cambiar es que las familias a las que pertenecieron las mujeres de las que se enamoró tuvieran más tolerancia, ya que antes de ser artista nunca fue bien recibido, en ninguno de los casos, Y es que el camino que Sergio tuvo que recorrer, desde su niñez, hasta llegar al éxito ha sido muy difícil.

Sin pesar y con dignidad siempre habla de las penurias de esos primeros años de vida, residiendo en el batey Las 80 Casitas del ingenio Catarey, en Villa Altagracia.

Todavía se le siente triste cuando habla de la partida de su madre (Ana Parra) por una mala práctica médica, teniendo él apenas seis años.

Recuerda también cómo tuvo que superar las burlas de su compañeros, la escuela, quienes le llamaba “Koe dientes”, “Koe”, era su apodo y como era tan delgado, los dientes sobresalían de su esquelética cara.

“Como el mayor de nueve hermanos, de una familia, que vivía de la industria de la caña de azúcar, en Villa Altagracia, en el ingenio Catarey, a lo único que aspiré fue a lograr importantizar mi condición de vida, para convertirme en un suplidor, de un grupo de gente que vivía de la chepa, porque la molienda, en el ingenio, duraba cuatro meses, los próximos ocho meses uno se alimentaba de los que aparecía, en el momento que apareciera», reveló.

En sus recuerdas están esos tiempos de miseria: «Tuve semanas que no comía nada, y sobrevivimos igual que los somalíes en África, de la caridad pública, que resultaba espontánea, porque no había una seguridad”.

¿Qué no volvería a repetir?, se le preguntó: Su respuesta: “Yo nunca crucé en rojo (hizo exabruptos) yo, quizás, le pediría a Dios tolerancia a los familiares, de las mujeres de las que me enamoré, no recibí el mejor de los tratos por razones básicas, mi apariencia y mi condición de pobreza no me ayudaban”.

Agregó: “Yo sobreviví al bullying porque tenía bien claro el compromiso de abrirme paso para ayudar a mis hermanitos y a mi papá, que con la muerte de mi mamá quedó turulato”.

SUS HIJOS Y AMORES

Con los años que lleva colgado a sus espaldas, 10 hijos procreados con ocho mujeres (la menor tiene 5 años) El Negrito de Villa tiene como proyecto, a mediano plazo, envejecer con su actual pareja, y para explicarlo recurrió al versículo de la Biblia del Libro de Esclesiastés, 4, vesículo 10 que dice: “¡Ay del que cae estando solo, pues no habrá otro que lo levante!”.

Ante esas palabras divinas tiene ese deseo: “Yo no quiero envejecer solo. Es un proyecto en el cual estoy trabajando porque esas palabras son bíblicas”.

Una de los éxitos musicales de Sergio resalta “Que bonito es sentirse enamorado”. El merenguero confesó ser un hombre muy enamoradizo. “Lo único que puedo decir es que la primera vez fue intensa, igual que la última vez”.

De su fortaleza como padre entiende que si le hicieran un examen apenas sacaría 60 puntos, pues confiesa que no es motivo de celebración tener 10 hijos en ocho mujeres.

A la vez reconoce que si, también, hubiera tenido acceso a más educación, sobre todo musical, estaría seguro que no hubiera procreado tantos hijos.

“Somos un país con un movimiento cultural más decadente, de toda Latinoamérica. Somos un país en donde menos se invierte en cultura. Si observas, en el ámbito cultural la mayoría somos analfabetos famosos», sostuvo.

En su caso: «Hice un bachillerato y estuve un par de años en la universidad y no pude continuar porque mi familia no tenía para vivir. Tuve que irme a trabajar en lo que fuera, y a través del canto y el merengue, conseguí un modo de producir, en donde llevo 40 años ininterrumpidos”.

“A mis hijos siempre les digo: cada quien es dueño de sus actos. Yo tengo una responsabilidad social con la sociedad y el Estado, con cada uno de mis hijos hasta que llegaran a la mayoría de edad».

El merenguero dijo que «he tratado de dar lo mejor de sí con mis hijos, y aún así si me hicieran la prueba no pasaría con más de 60 puntos. Es que ser artista, en este país es un viaje mágico de la nada a la fama, y hay que vivirlo para entenderlo”.

De su vida tampoco ha pensado en escribir un libro, ni llevar su historia al cine. No mientras viva, pues aunque siempre cuenta las adversidades padecidas, dice que contar su recorrido sería revelar una historia muy triste.

“Imaginate, que yo siendo un niño de diez años caminé desde Los Mina a Villa Altagracia, y casi muero en el camino. Mi padre nos llevó a vivir a la capital, en 1972, y el deseo tan grande de regresar a Villa, adonde vivía mi abuela me obligó a hacer el viaje caminando porque no tenía pasaje”.

Sobre el tema abundó: “Si después que muera alguno de mis hijos desee escribir algo, pues está bien, pero no mientras viva”.

Con los años, también, ha crecido su amor y fe en Dios. Como católico he tratado de ser un buen ser humano.

Recordó que cuando emprendió el proyecto de participar en el Festival de la Voz, tuvo una conversación con Dios y le prometió que si le ayudaba velaría por su familia hasta la muerte.

“Y te cuento que he cumplido con punto y coma con cada una de esas promesas, porque yo entiendo como filosofía de vida que no debe reñir con la ley ni disgustar a Dios”, manifestó.

El Negrito de Villa al que apodaron “El Ejemplo” también confesó no haber visto drogas en su vida, ni mucho menos usarla.


Ynmaculada Cruz Hierro

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