La lluvia tímida de última hora de la tarde no impidió que el Cruïlla levantara las persianas con total normalidad: hacen falta más de cuatro gotas para dispersar a las personas que quieren pasárselo bien. Más aún cuando se sabía de sobras que el gran cabeza de cartel del jueves rezumaría alegría y elegancia más por lo que desprendería que por lo que diría. Rubén Blades volvió al festival por segundo año consecutivo y no cesó en su empeño de exportar la salsa y regalarla a los asistentes en la segunda jornada de la cita musical más transversal de Barcelona. Dejó claro cuando subió al escenario, eso sí, que había preparado un set diferente para la ocasión. Por si alguien todavía albergaba alguna duda de la imposibilidad de aburrirse.
Cogiendo el relevo de la inaugural Judit Neddermann, la orquesta cubana Los Van Van y el reggae y el dub de los navarros Iseo & Dodosound, los primeros del día en sacudirle el polvo al Fòrum, los ritmos latinos del panameño cubrieron con un tupido velo el estilo urbano del día anterior, con los sonidos exóticos de las Américas liderando y un público notablemente más curtido que dejó volar su espíritu libre. Acompañado de la Roberto Delgado Big Bang, Blades se mantuvo fiel a su estilo austero y comedido, un regador de buenas vibras; con traje azul marino y sombrero negro, y unas gafas casi redondas que no tardó en apartar, cantó a veces con la mano en el bolsillo, como un dandy, y otras moviendo las caderas, como un gato callejero.
El de Panamá escogió un set list en el que brillaron temas eternos de su repertorio, con el ojo puesto en los 70 como motor de arranque. Empezó con Plástico, canción fechada en 1978, y siguió con Vale más un Guaguancó, de Ray Barretto, «el mejor compositor del Caribe» per ell, y aún después tomó el relevo Buscando güayaba, tema que comparte con Willie Colón y que cerró la tríada que inició su incursión en el Cruïlla. Blades es un músico de los de antaño, de los que ligan sus temas al disfrute comunitario y no a las fórmulas, el márketing y los tempos escandalosos. Las tres primeras canciones llenaron la primera media hora del concierto, lo opuesto a la inmediatez, a la cultura del Tik Tok y al consumo adictivo que ahora impera: cada vez cuesta más que los artistas millennials y zetas compongan hits de más de dos minutos y medio.
El cantante conectó sobradamente con un público entusiasmado que siguió sus pasos de líder sin rechistar y aprovechó el vínculo para hacer hincapié en el origen de sus temas, por si acaso alguien no sabía de dónde bajaba su genio. Sin duda había menos acumulación que cuando se juntó con Juan Luis Guerra y los dos históricos reventaron la pista, aunque lo de ayer no tuvo nada que envidiarle a la cita de entonces: el mismo sentimiento, la misma fiesta. Y no faltaron temas como El cantante, Watch what happens, Patria o La vida te da sorpresas, explosión de baile incluída con 16.000 cabezas quedándose sin aliento.
Justo antes, Tash Sultana y Omara Portuondo conquistaron los escenarios de Oxfam Intermón y Vueling con sus dispersos proyectos intercontinentales. Directa desde Australia, el animal octópodo con excelencia multiinstrumental exhibió su talento innato mostrando soberana solvencia en todos los palos musicales que se atreve a transformar, que fueron casi todos, ante un público doblegado a disfrutar del aperitivo sin grandes subidones. Sultana acabó su intervención con su famoso Jungle, el tema que le valió la popularidad internacional en 2016. A las antípodas de su generación y su origen, la diva del Bona Vista Social Club, muy cubana ella, no llenó el espacio de rostros pero sí de su particular feeling genuino y maravilloso.
La latinidad puse su broche de oro final con la electrónica alternativa de los colombianos Bomba Estéreo, cuya cantante iluminó con un atuendo de luces fosforitas perfectamente conjuntadas a su ecléctica fusión de géneros. Liz Saumet puso a gritar al gentío con temas como Me duele, Algo está cambiando o To my love, y sembró de energía la pista entera. Todo para que el Cruïlla ya esté más que preparado para afrontar los dos días que le quedan, con platos fuertes como The Offspring, Placebo, Sigur Rós, Antònia Font, Leiva o Franz Ferdinand.
Marta Gambín