Pau Donés: el cantante que pidió un beso a «La Flaca» y conquistó al público

 

Un tipo normal que no buscaba la popularidad, pero que la encontró y la disfrutó. Así se definía a sí mismo Pau Donés, líder de Jarabe de Palo y autor de la celebradísima «La Flaca», en el libro que escribió tras saber que tenía cáncer y en el que se revela como un hombre cercano y un artista exigente.

Sin pelos en la lengua y dispuesto a enfrentarse a los problemas de frente, Donés, que falleció este martes a los 53 años, nunca escondió la enfermedad que finalmente se lo ha llevado, sino que, al contrario, habló de ella sin tapujos y ayudó a mucha gente a sacarse de encima la losa del estigma que todavía va asociado al cáncer.

Ése fue uno de los grandes aciertos de su vida; otro fue sin duda componer «La Flaca», la canción que «explotó en las radios», como él decía, en 1996.

«La Flaca» es el nombre del primer disco de Jarabe de Palo y del tema que Pau Donés compuso en Cuba inspirado por una «tremendísima mulata» y que se convirtió en la canción del verano.

Este corte con ritmos latinos y guitarra rockera le catapultó a la fama, pero Pau Donés nunca quiso vivir en Miami ni tener un yate de lujo, sino que construyó una carrera coherente desde su Cataluña natal y la masía que compró en el pueblo de su padre, Montanuy (Huesca).

«La Flaca» no fue su único éxito, también fueron muy bien recibidas «El lado oscuro», «Agua», «Depende, «Grita» y «Bonito», por mencionar sólo unas cuantas canciones que desbordan los límites del rock latino.

El propio músico prefería definir Jarabe de Palo como una banda de «música mestiza» porque, además de lo latino, su música tiene toques brasileños, africanos, flamencos y anglosajones.

Pau Donés fue un niño disléxico, gamberro -fue expulsado de media docena de colegios- y razonablemente feliz, que encontró en la música una terapia para su hiperactividad, según contaba en su libro, «50 palos… y sigo soñando».

De hecho, la música es la mejor medicina para los palos que te da la vida, señaló en varias entrevistas, de ahí el nombre del grupo: Jarabe de Palo.

Tras la hiperactividad y la dislexia, llegó un palo mucho mayor: la muerte de su madre cuando él tenía 16 años y, en ese trance, la guitarra eléctrica que su propia madre le había regalado poco antes fue su mejor compañera.

Con su hermano Marc Donés montó sus primeras bandas: Jay & Company Band y Dentaduras Postizas, mientras combinaba su afición a la música con sus estudios de Económicas y su trabajo en una agencia de publicidad.

El éxito de «La Flaca» le permitió dedicarse a la música, ganar el Premio Ondas, ser nominado varias veces a los Grammy y colaborar con artistas como Antonio Vega, Celia Cruz y los miembros de La Vieja Trova Santiaguera.

En 2011 presentó un disco titulado «¿Y ahora que hacemos?», con colaboraciones de artistas de la talla de Alejandro Sanz, Antonio Orozco, Joaquín Sabina y Carlos Tarque.

Donés reconocía en su libro que una de las mejores cosas de ser músico es la gente que conoces, y que cuanto más alto vuelas más posibilidades tienes de codearte con artistas que admiras, pero la mayor parte de las páginas de «50 palos…y sigo soñando» están dedicadas a sus amigos, su hija, las mujeres a las que amó y a su público.

Como decía en el libro, cuando supo que estaba enfermo se planteó «colgar los guantes» y se preguntó «si dedicar el tiempo que me queda a mí o a la música».

«He decidido que la mayor parte de mi tiempo os la dedicaré a vosotros, porque os lo merecéis mucho más que yo. Os quiero, y os quiero dar las gracias por haberme dado la oportunidad de ser lo que soy y deciros que el tiempo que hemos compartido ha valido muchísimo la pena», confesaba Donés a sus allegados y seguidores.

Detrás de esa generosidad hacia los amantes de su música está ese tema que cantó desde el balcón de su casa a los que estaban confinados al principio de la pandemia en marzo, «Los ángeles visten de blanco», o ese último videoclip del tema «Eso que tú me das», que forma parte de su próximo álbum, en el que cantó sentado, visiblemente más delgado, mientras los demás bailaban, incluida su hija Sara.

«Por todo lo que recibí, estar aquí vale la pena. Gracias a ti seguí remando contra la marea. Por todo lo que recibí, ahora sé que no estoy solo. Ahora te tengo a ti, amigo mío, mi tesoro. Así que gracias por estar, por tu amistad y tu compañía. Eres lo mejor que me ha dado la vida», un fragmento de este último tema, vitalista como siempre, testamento musical y un regalo a su hija Sara, con la que ha convivido intensamente en los últimos tiempos.

EFE

 

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